Vaya viaje de locos... hoy en una ciudad, dormir en el tren, amanecer en otro país y otra ciudad; no saber ni qué lengua, ni qué moneda y ni siquiera ni qué hora es.
Puede parecer que ir tan rápido no permite disfrutar y aprovechar el viaje. Creo que sucede lo contrario; conoces el país, pero desde un modo de vista diferente. El tren, que ya ni es tren ni nada parecido en España, sigue siendo el motor económico y social de los países de Europa; como tal, la gente que va en ellos son representativos del país y la realidad. Desde los problemas que sufren y padecen para poder pasar fronteras y entrar en territorio Schenngen hasta las caras que muestran cuando suben o bajan de ellos, desde la alegría del reencuentro hasta la profunda tristeza de la separación y todo este conjunto de sentimientos y sensaciones aderezado con los muchos mochileros que se lanzan, como nosotros, a conocer Europa, a sentirla y vivirla, a empaparse de nuevas experiencias y sobretodo a saber que todos compartimos las mismas ilusiones y ganas de vivir.
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